"El
pájaro carpintero"
"Una
mañana muy temprano, cuando todavía no salía el sol, se oía en
todo el bosque el toc-toc de un pájaro carpintero que trabajaba en
un árbol.En
ese momento pasó por allí una paloma, que muy amablemente le
preguntó:
-“¿Qué
hacéis, amigo carpintero?”
-“Estoy
haciendo una casita, porque la mía se la llevó el viento y no tengo
dónde vivir.”
-“¿Y
por qué no le pides ayuda a tus vecinos? Ellos te quieren y son muy
gentiles contigo, estoy segura de que te ayudarán a hacerla más
rápido.”
-“Yo
no quiero ayuda de nadie” respondió malhumorado el carpintero, “me
basto yo solo para hacerla.”
La
paloma se fue cabizbaja, pensando que el carpintero estaba muy
equivocado en su proceder.
Al
poco rato pasó por allí un pajarillo rojo como la grana, y le
preguntó de forma muy cortés al carpintero:
-"¿Quieres
que te ayude?. Así acabarás más pronto.”
-“No,
cardenal” respondió poco amable el carpintero, “Yo solo me
basto.”
El
cardenal se marchó pensando lo poco inteligente que era el
carpintero por rechazar su ayuda.
Al
otro día el carpintero se hallaba en plena faena cuando acertó a
pasar por allí un conejo, que al ver el esfuerzo del carpintero, se
detuvo en medio del camino y muy amable le preguntó:
-“Buenos
días, carpintero. ¿Quieres que te eche una manita para acabar tu
casita?”
-“No,
señor” fue la seca respuesta del carpintero, “yo solo me basto”.
Y
el conejo se alejó refunfuñando de lo poco amable que había sido
el pájaro carpintero.
Y
he aquí que de pronto en el bosque se dejó de escuchar el toc-toc
del carpintero. Y así durante varios días. Y dio la casualidad que
por el árbol del carpintero pasó de nuevo el conejo, que de pronto
escucha que alguien se quejaba. Y curioso y muy gentil preguntó:
-“¿Quién
se queja de ese modo tan lastimero?”
-“Soy
yo” respondió el carpintero. ¡Ay! me duele todo el cuerpo. Por
estar solito haciendo mi casita me he caído y no puedo moverme.”
El
conejo, al ver al carpintero tan enfermo, y como él era muy amable,
llamó a los otros animalitos del bosque, el cardenal, la paloma, y
otros más, que entre todos cargaron al carpintero y lo llevaron a
curar a la casa del Doctor Pato.
Cuando
el carpintero abrió los ojos y miró a su alrededor vio a todos sus
amigos junto a él. En ese momento se dio cuenta de lo amables que
estos siempre habían sido con él, y a los que había tratado tan
mal y poco gentil. Y se sintió tan mal, que se echó a llorar.
-“No
llores, carpintero, pero que esto te sirva de lección para que
aprendas que todos somos tus amigos, y siempre te vamos a ayudar”.
-“Gracias
amigos, respondió el carpintero, ustedes siempre tan amables conmigo
y yo tan poco servicial, pero de ahora en lo adelante les pediré de
la manera más cortés que me ayuden a hacer mi casita, y cuando
terminemos haremos una gran fiesta para celebrar.”
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